En la actualidad, el concepto de estrategias de aprendizaje está siendo revisado con profundidad.
Según Pozo y Monereo (1999) – se basa en “tres novedades: en primer lugar, el concepto de metacognición, de una consciencia cognitiva sobre parte de los procesos y productos que elaboramos, el control y la regulación de nuestras acciones mentales en el tiempo.
En segundo lugar, el hecho de que las estrategias de aprendizaje no pueden deslindarse de los contenidos, que lo que se piensa influye definitivamente en el modo en que se piensa.
Por último, el problema de la motivación, el hecho de que sin intereses, atribuciones y expectativas que permitan querer aprender y querer pensar para hacerlo, el resto resulta impracticable”. Esta triple influencia sobre el concepto de estrategias de aprendizaje es el que actualmente está en debate.
Uno de los errores de la enseñanza tradicional es la “exposición” de los conocimientos científicos por parte del profesor a sus alumnos, casi con exclusividad. Esta enseñanza enciclopédica y dogmática poco contribuye a la elaboración y comprensión de los conceptos científicos; por el contrario, en muchos casos, proporciona una visión estática y deformada de la construcción del onocimiento científico. Ante este enfoque tradicional se planteó como alternativa la aplicación del método científico, casi en forma mecánica, desde una concepción ingenua.
Pero, el avance de la Ciencia no se logra por la aplicación meramente mecánica del método científico; la ciencia avanza por la cantidad y la calidad de hipótesis sometidas a experimentación.
Si nos limitamos a una metodología mecánica y rígida, difícilmente podamos lograr que nuestros alumnos modifiquen sus ideas previas erróneas con respecto a los conceptos científicos.
Habitualmente se plantean dos alternativas para lograr un aprendizaje integrado de la Ciencia.
Una alternativa podría ser enfrentar a los alumnos con el “verdadero” trabajo de investigación científica y no a una versión ingenua o simplificada. Se trata de hacer un planteo metodológico sobre la base de la resolución de situaciones problemáticas significativas, priorizando la formulación de hipótesis sobre la experimentación mecánica (Pozo, 1987). Otra alternativa sería,
exponer los núcleos conceptuales básicos de la Ciencia a nuestros alumnos, pero no de un modo pasivo, sino induciendo un aprendizaje significativo (Ausubel, Novak, Hanesian, 1978).
exponer los núcleos conceptuales básicos de la Ciencia a nuestros alumnos, pero no de un modo pasivo, sino induciendo un aprendizaje significativo (Ausubel, Novak, Hanesian, 1978).
Todo conocimiento expuesto al alumno – sea por el profesor o desde un texto de Ciencia – debería ser respuesta a una pregunta previamente planteada.
Desde nuestro punto de vista, estas dos alternativas pueden considerarse como estrategias complementarias. La cuestión sería – en definitiva – diseñar situaciones didácticas que conjuguen la resolución de problemas con la elaboración de los conocimientos científicos por parte de los alumnos.